Diciembre 20, 2011.
Recibí de un amigo una presentación Power Point que lleva el siguiente
título:
“Agua de mar, un plasma marino al alcance de todos”.
El
artículo en que se basa la presentación fue elaborado por Pedro Pozas Terrados,
quien es:
Naturalista. Primatologista.
Director Ejecutivo y Coordinador del Proyecto Gran Simio.
Voluntario Activo de Green Peace.
Director del Proyecto
Fotográfico Libertad.
Director y Guionista del
programa: “Voces del Planeta”.
Resumiendo, la presentación nos informa que existe
un “plasma marino”, que ese plasma es gratuito, que alimenta, hidrata y cura
prácticamente todo. Esta “maravilla” barata, qué digo barata, regalada, fue
descubierta por un francés: René Quinton (1866-1925).
Antes de proseguir es conveniente decir algo sobre Quinton.
Cuando René Quinton terminó el bachillerato se dedicó, por la admiración que
profesaba a Gustave Flaubert, a escribir cuentos y novelas. A los 22 años de
edad se empezó a interesar por la biología, se convirtió en biólogo autodidacta
y al mismo tiempo en un apasionado de la aeronáutica. En su calidad de biólogo
autodidacta (nunca tuvo una educación científica ortodoxa) tomó como base el
concepto de “medio interno” desarrollado por Claude Bernard en 1860, lo
rebautizó como “medio vital” y sugirió la hipótesis de que el líquido en que se
bañan las células es idéntico al liquido marino original al que él, como si
nada, llamó “plasma marino”. En base a esto instauró en Francia los
“Dispensarios Marinos” en los que “curaba” de todo a todo mundo, mediante el
uso, por supuesto, de su “plasma marino”. Con y por sus Dispensarios, Quinton
ganó fama. Su hipótesis se basaba en el siguiente supuesto:
Al tomar agua
del mar o al sernos inyectada, nuestro medio interno recupera su poder. Y en un
medio interno correcto ya no hace falta perseguir a los microbios nocivos,
porque allí ellos no pueden prosperar. El suero marino da fuerza biológica a la
célula para oponerse a la mayoría de las enfermedades.
En primer lugar hay que tener mucho cuidado con el uso de las
palabras. El grupo que publicó este trabajo y que seguramente pertenece a los
seguidores de la mal llamada “medicina alternativa”, hace un uso inadecuado de
los términos. Creen a pie juntillas la hipótesis jamás probada de Quinton, o
hacen como que creen en ella. Para empezar, no existe un “plasma marino”. Lo
que sí existe, y abunda, es el agua de mar.
La
palabra plasma (Del lat. plasma, y éste
del gr. πλάσμα, formación)
se refiere, en biología, a la parte líquida de la sangre o de la linfa que
contiene en suspensión sus células componentes. En otras palabras, el plasma es
la sangre o linfa desprovista de sus células.
La linfa está compuesta por un líquido claro pobre en proteínas y rico
en lípidos, parecido a la sangre, pero con la diferencia de que las únicas
células que contiene son los glóbulos blancos. La sangre en cambio contiene
tres tipos de células que nadan en el plasma (el cual es rico en proteínas):
los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas.
Si en un tubo de ensayo ponemos sangre y la centrifugamos, al cabo de
un tiempo vemos que en la parte inferior del tubo se ve un conglomerado espeso,
de color rojo oscuro, que corresponde a las células sanguíneas y que por encima
de éste se aprecia un líquido color ámbar. Este líquido es el plasma sanguíneo.
Transcribo dos párrafos de mi libro: “El AGUA, alimento vital para sus
células” (www.palibrio.com), que
aparecen bajo el subtítulo: El plasma y
sus componentes:
El plasma en el que nadan los glóbulos rojos, los
glóbulos blancos y las plaquetas, es agua en un 90 por ciento. El otro 10 por
ciento está constituido por proteínas plasmáticas, por electrolitos como el
sodio, potasio, calcio, magnesio, cloro, bicarbonatos y sulfatos, y por los
nutrientes, producto final de los
procesos digestivos que entran a la circulación procedentes del intestino
delgado y del hígado.
En el plasma también circulan las enzimas, que son
proteínas especializadas en acelerar los procesos metabólicos, y las hormonas
(que producen las glándulas de secreción interna), que son sustancias proteicas
derivadas del colesterol y a las que podemos considerar como “mensajeros
químicos”.
Como puede apreciarse, el plasma es un líquido muy complejo que tiene
una viscosidad 1.5 veces la del agua y que es producto de la interacción
perfecta de un organismo pluricelular dividido en órganos y sistemas. En su
producción y constitución intervienen, principalmente, el sistema digestivo, el
sistema excretor renal y el sistema endócrino. Su contenedor y medio de
transporte es el sistema circulatorio.
El agua de mar es un líquido nada complejo, constituido básicamente
por agua con un alto contenido de sodio y de aire. Por esa razón es un líquido
hipertónico, nada más. No existe “plasma marino”. Se trata de un disparate que
quedó hace más de un siglo y medio en el olvido. Para ser más específico,
transcribo los porcentajes de solutos sólidos que contiene el agua de mar:
El agua de mar es una disolución en agua de muy
diversas sustancias. Hasta dos tercios de los elementos químicos naturales
están presentes en el agua de mar, aunque la mayoría sólo como trazas. Algunos
componentes, todos ellos iones, dan cuenta de más del 99% de la composición de
solutos del agua de mar. Cloruro (55.3%), Sodio (31%), Sulfato (7.75%),
Magnesio (3.7%), Bicarbonato (0.41%), Calcio (1.18%), Bromuro (0.19%), Potasio
(1.14%), Flúor (0.0037%), Estroncio (0.022%), Ácido bórico (0.076%).
Lo anterior comprueba que el cloro + el sodio (la sal de cocina) representan
el 86% de los solutos que contiene el
agua de mar. No contiene colesterol, nutrientes, enzimas ni hormonas, pero
sobre todo, no contiene proteínas plasmáticas: albúmina, globulina y
fibrinógeno.
Dejemos de lado la equivocación, por ignorancia o a sabiendas, de
llamar “plasma marino” al agua de mar y veamos otros aspectos del trabajo. Este
trabajo, que de científico no tiene nada, está plagado de sentencias dogmáticas
e infantiles. Veamos algunas de las que vienen en la presentación (las escribo
en cursiva y con negrita):
En los dispensarios marinos de René Quinton se salvaba a los niños
desnutridos inyectándoles agua de mar.
En esta cita se utiliza al menos la frase “agua de mar” y no “plasma
marino”. Yo pregunto: ¿Cómo se les inyectaba el agua de mar a los niños
desnutridos? ¿De manera intravenosa,
intramuscular, subcutánea? Entiendo que Quinton inyectara experimentalmente y a
ciegas, cuando se iniciaba el siglo XX, agua de mar a niños desnutridos.
Entiendo que lo haya intentado por las tres vías mencionadas y que, al
percatarse del fracaso de su experimento se decidiera finalmente, como sucedió,
por dárselas a tomar. Vuelvo a preguntar, y aquí se trata de una pregunta
estrictamente médica; ¿cómo puede salvar a un niño desnutrido el agua salada de mar?
Nuestro cuerpo tiene un 70% de agua de mar isotónica. El agua del mar
baña todos nuestros órganos internos.
Nuestro cuerpo contiene, efectivamente, 70% de agua, pero ni una
sola y mínima gota de agua de mar. La principal fuente de abastecimiento
del agua que requiere nuestro organismo proviene del agua que bebemos. ¡De agua
dulce!, como se le llama al agua que no es de mar. Otra fuente, menor, del agua
que necesitamos, proviene de los alimentos sólidos que ingerimos y del producto
final del metabolismo de glúcidos, lípidos y aminoácidos. Cuando vamos al mar y
nos metemos en él, el agua de mar baña nuestra piel y moja nuestro cabello,
pero no llega a una sola célula de nuestros órganos internos. Además, señoras y
señores que escribieron o colaboraron en la elaboración del trabajo que comento,
el agua de mar no es isotónica. No dudo que ustedes lo saben; entonces: ¿Por
qué decir “agua de mar isotónica”?
A mi entender sólo hay dos formas para definir correctamente el agua
que utilizaba Quinton en sus dispensarios marinos: (1) Agua de mar rebajada con
agua dulce, o (2) Agua dulce a la que se agrega cloruro de sodio.
Uno de los propósitos de los dispensarios marinos es que en el proceso
de recogida de mar (sic),
transporte y almacenamiento no exista presencia de dinero, de coste alguno,
sino que sea un acto de absoluta solidaridad.
Para ello se necesita que alguien dedique el tiempo, que ponga el
combustible, el vehículo y su ingenio. Algo tan sencillo y barato que los
gobiernos deberían establecer estos servicios totalmente gratuitos. (Sic
y recontra sic a todo).
Pregunto: ¿A ese “alguien” que dedica su tiempo a “recoger el
mar”, quién le paga? ¿Quién le compra el vehículo que necesita y el combustible
para que ese vehículo vaya y venga sin parar? Podríamos decir que las personas
que viven a orillas del mar son afortunadas, porque va toda la familia a la
playa, bebe agua de mar y se acabaron su problemas, se alimentan gratuitamente
y se curan de prácticamente todo, pero…¿ y las personas que viven alejadas del
mar? ¿Cómo llevar sin que “exista presencia de dinero” ni de “coste alguno”,
agua de mar a la ciudad de México, a Chicago, Moscú o a La Paz, Bolivia? ¿Cuántos
“alguien”, vehículos y combustible se necesitan para el proceso de “recogida de
mar” que requiere una ciudad con dos o cinco o quince millones de habitantes?
Bueno, a quienes se les ocurrió esta aberración ya dieron con la
solución: “los gobiernos deberían
establecer estos servicios totalmente gratuitos”. Ellos, los “solidarios” siempre recurren a los gobiernos. Y los
gobiernos no son “alguien” o bien somos todos. Yo les pregunto a los
“solidarios”: ¿Si todo es gratuito y no tiene coste, por qué no lo hacen ustedes?
Quinton no fue borrado de la historia por los mercantilistas, como se dice en
el escrito de marras, lo borró de la historia lo equivocado de su teoría, la
falsedad del “plasma marino”. Hace siglo y medio que René Quinton es historia
olvidada. Los que quieren revivirlo que se vayan a “recoger el mar” y lo
transporten y almacenen sin “presencia
de dinero y sin coste alguno”. ¿A qué esperan?
Termino con algo que me asombró mucho
porque quien elaboró el artículo, y sus colaboradores, se metió con
Louis Pasteur. Si no se hubieran atrevido a mencionar a Pasteur en la forma en
que lo hicieron, tal vez no me hubiera animado a escribir este post. Comparar a Quinton con Pasteur y
decir que, en su tiempo, fueron iguales, es desconocer por completo la historia
de la medicina. Ellos dicen textualmente (dejo fuera de la cita a Darwin,
porque Darwin no tiene nada que ver con lo que estoy planteando):
La teoría de los Gérmenes de Pasteur (que en aquellos años competía
intelectualmente en igualdad con las ideas de Quinton) se centraba en la
competitividad, en la lucha. El desequilibrio y la muerte. Mientras que el
plasma de Quinton fortalecía el organismo en su conjunto, el suero de Pasteur,
la vacuna, intentaba aniquilar un tipo de microorganismo concreto declarado
enemigo, el cual era específico y por lo tanto no servía para destruir otro
microbio diferente.
Advierto mucha ignorancia en las aseveraciones anteriores. Perdieron,
señores, la oportunidad de quedarse callados. En primer lugar, Louis Pasteur
estudió física y química en las principales universidades de Francia, después
fue maestro en ellas. Cuando Quinton nació, Pasteur tenía 44 años de edad. En
1854, 12 años antes de que naciera René Quinton, Louis Pasteur fue nombrado
decano de la Facultad de Ciencias en la Universidad de Lille y poco tiempo
después resolvió
el problema de la fermentación alcohólica, descubrió el proceso orgánico de la
fermentación del ácido láctico, salvó la industria vitivinícola de Francia, la
industria cervecera de Francia y Alemania y la industria de la seda. En 1864, dos años antes de que naciera Quinton,
Louis Pasteur anunció en la Sorbona el resultado de sus estudios irrebatibles
mediante los cuales echó por tierra la milenaria Teoría de la Generación Espontánea
e introdujo la Teoría Microbiana de las enfermedades contagiosas. Fue así como
se inició la bacteriología moderna. ¿Dónde está el desequilibrio y la muerte en todo
esto? En 1880 (Quinton: 14 años), Louis Pasteur desarrolló la vacuna
contra el cólera aviar. En 1881 (Quinton: 15 años) desarrolló la vacuna contra
el ántrax o carbunco. En 1885 (Cuando Quinton
tenía 19 años y todavía escribía cuentos y novelas), inició Louis
Pasteur la vacunación del niño Joseph Meister, mordido por un perro rabioso,
probando así, con éxito rotundo, la vacuna que había desarrollado contra la
rabia. Las vacunas que desarrollo Louis Pasteur, tras muchos años de
observación y trabajo rigurosamente científico, han salvado la vida a millones
de animales y seres humanos.
Ninguna vacuna, señor Pedro Pozas Terrados, señoras y señores
colaboradores suyos, intenta aniquilar un tipo de microorganismo
concreto declarado enemigo. Las vacunas no “aniquilan” gérmenes. Su
acción consiste en inducir una respuesta inmunitaria en el organismo en que se aplica
(formación de anticuerpos). Lo que se inyecta al vacunar es el agente causal
del mal, atenuado en su virulencia, y su efecto es específico porque todo
microorganismo patógeno produce una enfermedad específica. La vacuna para
proteger contra la poliomielitis no sirve para proteger contra el tétanos, y
viceversa. ¿Ignoran ustedes que otro gigante de la ciencia, Robert Koch, el más
implacable cazador de microbios que ha existido, demostró la especificidad de
las enfermedades infecciosas. En otras palabras, que cada germen produce una
enfermedad diferente?
¿A quién pretenden engañar comparando a René Quinton, el biólogo
autodidacta que no probó jamás nada y cuyo “plasma marino” es inexistente, con
Louis Pasteur que es, seguramente, el científico más grande de la historia?
En lo personal no tengo nada en contra de que personas esperanzadas
acudan a un Dispensario Marino y beban agua de mar. Puede tratarse de un
placebo eficaz. Lo que no es válido es afirmar que ese placebo fortalece el
organismo, termina con todos los microbios y cura un sin fin de enfermedades. Llamar
a ese placebo “plasma marino” es inaceptable y es poco serio.
Dr.
Ricardo Perera Merino